Cuando uno pone un telediario durante el fin de semana puede encontrarse con las cosas más insólitas, banales o insulsas, pero hay varias constantes que se repiten en cada ocasión. En estos telediarios de los sábados suele aparecer Pérez Rubalcaba, que sale ofreciendo un mitin con asistencia paupérrima en alguna agrupación socialista de provincias, constituyendo una estampa de muy triste condición; también solemos ver los sábados por la tele a Luis de Guindos, que generalmente se encuentra en alguna cumbre europea importantísima que acaba a las tantas de la madrugada y en la que indudablemente la voz del ministro español tiene un peso específico rotundo. Podemos decir que Rubalcaba y Guindos son los dos políticos españoles que más horas trabajan a la semana, aunque por lo que parece a ninguno de los dos les cunde excesivamente ese horario extensivo, en vista de los tristes resultados que todos conocemos y que están provocando el descalabro de ambos en sus respectivos negociados. Pero hay una cosa que está absolutamente garantizada cada fin de semana en televisión, y es la presencia de Carlos Floriano. Probablemente a los señores lectores ese nombre no les diga nada, pero les aseguro que conocen ustedes a este diputado, que es vicesecretario general de algún área burocrática del Partido Popular. ¿Quién es Floriano? Pues Floriano es una presencia fija, tan adherida al fin de semana televisivo como la música de la entradilla de Informe Semanal.
Floriano es ese responsable del PP que está siempre de guardia los sábados. Este señor va sin corbata, aunque lleva el inevitable look de pepero en domingo, que es un look que se configura en base a una camisa azul, un pantalón de pinzas y una chaqueta o teba de colores otoñales. Floriano suele salir encajonado detrás de un atril con el anagrama de la gaviota en alguna sede popular, y tiende a explicar con acento extremeño los más engorrosos asuntos de actualidad usando frases completamente indiscernibles y que no van a ningún sitio; es decir, que Floriano es un hombre del aparato cuya retórica permanece circunscrita al bullshit químicamente puro. El mandato que tiene Floriano es el de chutar balones a la grada sin cambiar el gesto, y por ahora este dirigente cumple a las mil maravillas. Floriano sale en el telediario de las tres de la tarde y nunca dice gran cosa, y los televidentes, que acabamos de comer una paella y de tomar media botella de vino tinto, nos amodorramos con sus frases estupefacientes.
En consecuencia, y pese a que Floriano es ya un rostro familiar que nos recuerda positivamente que estamos en fin de semana, no debemos confiarnos: esa familiaridad con el aseado dirigente no nos puede inducir a pensar que podamos esperar de Floriano ni una sola palabra ajustada a la realidad. Floriano pedalea en una oratoria próxima a la carraca que nunca nos sacará de dudas sobre el más mínimo punto clave de la realidad política; incluso podríamos decir que sus intervenciones servirán para enredarnos y confundirnos, y, si eso ocurre, el señor Floriano habrá cumplido su misión pastoral.
Mañana, que es sábado, veremos el tiempo que hace. No sabemos si podremos disfrutar al aire libre con nuestros hijos o si tendremos que resguardarnos de la lluvia en algún centro comercial masificado. Pero sabemos que, llueva o haga sol, si ponemos la tele después de comer, allí estará Floriano.
Bien Pedro, buena descricpción de nuestro compañero de sobremesa…además tendrá una gratificación extra por trabajar fuera del horario laboral…vamos, que le pagarán las «guardias», o mejor dicho se las pagaremos entre todos…
Estimado amigo: no sé si le pagarán las horas, pero sí sabemos que el domingo pasado hubo unas personas que hicieron un escrache en el domicilio particular del señor Floriano. Como estábamos en fin de semana, Floriano no estaba en casa. Por una vez, las alocuciones de fin de semana de este señor han tenido alguna utilidad, al menos para él. Muchas gracias por su comentario y un saludo