El fin de Mourinho

Parece que Mourinho ha decidido marcharse del Real Madrid. En abstracto, esta noticia no debería tener gran importancia, ya que al fin y al cabo estamos hablando de fútbol, que es estrictamente un pasatiempo, y bastantes líos graves tenemos en España como para pensar en que se quede o se marche un entrenador, por muy absorbente y desestabilizador que sea este señor. Pero ocurre que el fútbol en España constituye más de la mitad de los contenidos informativos que se ofrecen al público, y en consecuencia la salida de Mourinho es un acontecimiento de una magnitud informativa colosal. Todo el mundo habla de Mourinho continuamente.

Hemos comentado en otras ocasiones que Mourinho se ha fabricado un personaje corrosivo con un propósito claro, que es el de mantener unos niveles mínimos de algarabía y, en consecuencia, desviar la atención. Mourinho, con sus declaraciones acres y su personalidad disolvente, es un maestro del guiñol. A veces denuncia injusticias imaginarias y otras veces lanza amenazas nada imaginarias, pero siempre y en todo caso consigue que nadie hable de fútbol en el sentido más literal. Mourinho no ofrece soluciones técnicas ni explica situaciones estratégicas de un partido u otro, sino que se ciñe a su ruta férrea de generación de alboroto y revolera. Para resolver la cuestión concreta del fútbol, del juego en sí, Mourinho nunca ofrece ningún argumento. Mourinho se limita a disponer sobre el campo de jugadores carísimos y les obliga a machacar al equipo contrario en todos los ámbitos menos en el puramente futbolístico. Los equipos de Mourinho son intensos, violentos e insoportables, y ganan porque, además de desplegar esa intensidad agotadora, son equipos que tienen jugadores muy buenos que, cuando chutan a portería, la meten. Con esa política, Mourinho siempre ganará; si sigue siempre entrenando a equipos multimillonarios, y consigue además tener a sus jugadores convenientemente asustados, no hay grandes posibilidades de que Mourinho pierda muchos partidos.

Ya hemos dicho en este blog que Mourinho fue contratado para acabar con Guardiola, y por tanto ya había cumplido su misión destructiva a finales de la temporada pasada. En aquel momento nos permitimos la licencia de sugerir que este señor tendría que haberse marchado, y es evidente que ninguna autoridad merengue lee este blog o que, si lo leen, no le hacen el menor caso (ambas cosas son perfectamente lógicas). En consecuencia, Mourinho siguió en su puesto y el Madrid continuó en la línea hosca y furibunda que todos hemos podido contemplar. Ahora parece que los resultados no acompañan y, como la ley del resultado es la única ley mourinhista, hoy está produciéndose la demolición paradójica del Madrid. Hasta un personaje tan siniestro como Pepe ha hablado mal de Mourinho, y eso sólo puede ocurrir cuando el barco se hunde indefectiblemente.

Eso sí: Mourinho es coherente, y ha sido un hombre con muy mal gusto hasta el final. El pasado sábado ofreció una rueda de prensa y allí dio grandes bofetadas a mano abierta, recitando incluso una lista de entrenadores del Madrid que no lograron los éxitos que él ha conseguido en sus tres años de tumulto. Como vemos que no es mal momento para ser oportunistas, diremos que Mourinho ha manejado este año 2012/2013 un presupuesto anual de 517 millones de euros, que son cuarenta y siete más que los que tiene el Barcelona y que constituyen aproximadamente una barbaridad impresionante de millonazos si lo comparamos con casi cualquier cosa. El resultado que el aficionado al Madrid ha obtenido con esta provisión de fondos es la contemplación de unos jugadores frenéticos que corren como bestias y que protestan después de cada una de las doscientas patadas que propinan al contrario en cada partido. También ha habido goles, evidentemente. Si no los hubiera habido, el aficionado no sabría si está viendo al Madrid o a un esforzadísimo equipo de Tercera.

Repetimos que Mourinho es un hombre singular que indudablemente va a triunfar siempre y cuando consiga mantenerse en el circuito de los grandes clubes de fútbol, los que manejan grandes dinerales. Mourinho asegura una dosis de tremendismo deportivo que, si se combina con jugadores buenos, proporciona siempre triunfos. Cuando Mourinho pase a entrenar a equipos mediocres se convertirá en una especie de Javier Clemente, aunque incluso Clemente, con todos sus líos mediáticos, era un hombre que generalmente se ha llevado bien con sus jugadores.

La ventaja de Mourinho sobre casi todos los entrenadores es la indudable cantidad de euros que ha podido ahorrar en su vida laboral. Eso le faculta a marcharse a su casa en cuanto no tenga un gran presupuesto, consiguiendo dejar así su currículum intacto. Brindemos por su prosperidad futura y agradezcámosle el entretenimiento que nos ha ofrecido con su circo y sus vociferaciones.

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