Mariano Rajoy y «Águila Roja»

Mariano Rajoy aparecerá hoy en TVE ofreciendo su primera entrevista televisiva desde que ocupa la Presidencia del Gobierno. Ojo, porque no estoy usando la fórmula común de “se someterá a una entrevista”, puesto que, sin que se haya producido aún esa entrevista, uno puede adivinar que el señor Rajoy no se va a someter a nada, y mucho menos en TVE, en donde es de esperar que se le haga la ola, dado que su partido acaba de llevar a cabo la tradicional limpia de profesionales no afectos. Desde el año 1982, esa purga se produce cada vez que hay un cambio en el Gobierno, aunque en este caso se ha realizado con varios meses de retraso, como corresponde al carácter pachón y contemporizador del actual presidente.

Seguramente don Mariano se enfrentará esta noche con determinados profesionales de los medios informativos, profesionales elegidos y convocados con la intención explícita de otorgar al asunto una apariencia de neutralidad; probablemente, esos profesionales tratarán de formular al presidente preguntas con cierta carga de mala intención; indudablemente, el señor Rajoy podrá zafarse de tan incisivas preguntas sin grandes apuros, ayudado por un formato televisivo lento y sin posibilidad de réplica y por algún presentador/moderador perfectamente adiestrado en el oficio de sacar el capote y dar aire a tan alta magistratura del Estado.

Sabido como se sabe todo esto, y sabiendo que es algo que se repite periódicamente, con todos los partidos y bajo todos los gobiernos, la pregunta que uno se hace es la siguiente: ¿quién va a ver la entrevista de hoy? Poca gente, supongo. Porque, ¿qué posibilidades reales tenemos de que pase algo destacable? Don Mariano hablará esta noche con sumo cuidado para conseguir no decir nada, y tratará de ser flexible con la mayor firmeza y de ser firme con la mayor flexibilidad.  Más que anuncios relevantes, y al ser una entrevista en directo, podemos esperar tal vez algún desliz divertido de don Mariano, desliz acerca del cual estaremos inmediatamente informados mediante Internet sin necesidad de ver el aburridísimo programa. Por lo tanto, no parece que haya razones suficientes para ver la entrevista.

Y la siguiente pregunta es: ¿por qué se siguen organizando cosas como éstas? Y, ampliando un poco la perspectiva, uno se pregunta cuáles son los motivos por los que  sobreviven unas televisiones públicas tan costosas. Cada vez las ve menos gente. La deuda que arrastran es cada vez mayor. Emiten programas carísimos o series tan disparatadas y sobredimensionadas como Águila Roja. Cuestan dinerales que ya no tenemos y no responden en modo alguno a ningún parámetro de servicio público.  

En Estados Unidos, la televisión pública se llama PBS y es tranquila, silenciosa, moderadamente educativa y extremadamente barata. Emite cosas como Barrio Sésamo, conciertos, documentales de presupuesto miserable y debates especializados que no tienen público. En general, es una cadena que nadie ve, y por eso no está politizada: a ningún gobierno le interesa la politización de lo que no tiene ningún peso en la pugna electoral. A mí me parece que el modelo público tendría que ser ése, que es más o menos lo que ahora hace La 2, pero eliminando los servicios informativos. La única información que debería emitir TVE (y el resto de televisiones públicas, si es que tienen que seguir existiendo) debería ser la información meteorológica.  

Supongo que la culpa es nuestra, por seguir enganchados a cosas como Águila Roja o Amar en Tiempos Revueltos. Nos cuestan mucho dinero, y creo que debemos dejar de ver estas series, pese a la gracia absurda y anacrónica que tienen. Dejemos de verlas cuanto antes, y dejaremos así de tener que encontrarnos periódicamente con don Mariano en la tele (y de paso nos ahorraremos miles de millones al año).

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