Deshielo y Ascensión

Hay una novela de reciente publicación que se titula Deshielo y Ascensión (Ed. Jekyll & Jill), del escritor bilbaíno Alvaro Cortina Urdampilleta. En este blog no hemos hablado nunca de literatura contemporánea, salvo quizás alguna alusión tangencial a La Herramienta Comercial, novela interesantísima que pueden ustedes adquirir ipso facto aquí. Pero repito que existe cierta inercia que nos lleva a no analizar libros actuales. Sin embargo, en Deshielo y Ascensión tenemos una ópera prima que es una verdadera anomalía: he aquí una historia futurista e interestelar que no se basa en la acción descerebrada sino que es una mezcla muy bien conseguida de imaginación y de reflexión. El escritor Cortina es un hombre de imaginación y que sabe escribir, pero es además un escritor que cultiva la humildad literaria, entendida como una tendencia clara a no juzgar a nadie en sus textos. Estas tres cosas (imaginación, talento y ánimo de no juzgar) son las que, a mi juicio, conforman la estructura íntima de un gran escritor, y las tres se manifiestan en Deshielo y Ascensión, novela que, además, tiene ritmo, tembleque y marcha, dentro de que es un libro más de ambiente que de trucos narrativos. Pero esta novela es sobre todo una obra de originalidad sin discusión, y que más o menos va destapando la inmensa cantidad de cosas que este joven Cortina debe tener en su cerebro.

 Deshielo y Ascensión es una novela futurista, de ciencia ficción, pero que tiene en consideración lo que la ciencia ficción tiene de ciencia (que en algunos casos es poca cosa pero que en el caso de Cortina es mucho). Cortina nos ubica al principio en los hielos siderales del futuro, dándonos maravillosamente las texturas del paisaje y ofreciéndonos una definición precisa de lo que es la soledad; nos lleva más tarde a ubicaciones intergalácticas muy definidas, e imagina a personajes completos y matizados, describiéndolos dentro de un ecosistema perfectamente rematado. En este sentido, Cortina consigue edificar con pelos y señales el mundo imaginado, aportando detalles genealógicos, sociales y biológicos completamente coherentes y bien traídos, y metiéndonos así de lleno en su fantasía. Además, Cortina ha estructurado su obra como un sandwich intergaláctico, de tal forma que la primera y la última parte del libro conforman una especie de spaghetti western del futuro (sea lo que sea eso), y la parte de en medio podría verse como un interludio puramente romántico, decimonónico e introspectivo, en el que nos describe la eterna angustia que cualquier artista experimenta desde un punto de vista puramente material y crematístico.  O sea, que el lector de este libro tiene la suerte de poder disfrutar de dos novelas juntas: una especie de relato de Flaubert incrustado entre dos rebanadas que son más bien Ray Bradbury o Isaac Asimov, y todo ello muy bien traído y rematado, por rara que pueda parecer semejante combinación.

Para hilar tan dispares asuntos, Cortina le da un tono estilístico unitario a todo el libro, un tono fijo y regular, y eso lo hace contra la tendencia natural que los escritores primerizos tenemos hacia el exhibicionismo sintáctico y la adjetivación brillante, cosas que en realidad no conducen a nada bueno. Cortina es además un periodista que en sus quehaceres diarios ha manifestado cierta afición por el lenguaje multiforme, lleno de referencias y de alusiones jeroglíficas no siempre discernibles, y en este libro, de alguna manera, se frena y se contiene, poniéndose a las órdenes de lo que su instinto novelístico le exige. Y al hacer eso, acierta. Si hay algo que me chirría un poco en esta novela es que algún personaje que sirve como narrador es un técnico muy serio y reconcentrado, un ingeniero, pero un ingeniero que milagrosamente tiene un impresionante talento para las metáforas y la poesía. Estas metáforas son formidables pero, para mí, durante estos pasajes sale el escritor y yo estoy viéndole el plumero al señor Cortina. Sin embargo, puede que probablemente esto sea  un problema mío, producto de una deformación consustancial a un lector/escritor. Qué sabré yo.

En cualquier caso, debemos decir que Deshielo y Ascensión es una magnífica primera novela porque sería también una magnífica segunda o tercera novela: se sale del patrón de la ópera prima. No nos da la tufarra con traumas infantiles ni con dilemas existenciales excesivos, que son los temas repetidísimos por los escritores noveles. Tiene ideas, ambiente y eso que se llama pulso narrativo. Los aficionados a la ciencia ficción sesuda van a pegar alaridos de puro gozo leyendo este libro, y el resto del público va a quedarse atrapado por el misterio, o va a poder paladear las texturas de ese mundo tan bien conseguido, o ambas cosas.

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