El escándalo del DNI de la infanta doña Cristina nos deja estupefactos. Las explicaciones que se nos han ofrecido son relativamente confusas e insuficientes. Si lo entendemos bien, se nos dice que varios funcionarios registrales y notariales a lo largo y ancho del territorio nacional han dado por bueno un DNI tan particular como el de la infanta (00.000.014 es el número de ese carné) en más de diez transacciones económicas de carácter inmobiliario que aparentemente no ha protagonizado doña Cristina. Estos funcionarios han inscrito bajo ese carné de identidad a desconocidos vendedores de pisos, que han cobrado por ese motivo ciertas cantidades de dinero, cantidades que entendemos que se han pasado por alto por parte de la Agencia Tributaria desde hace diez años (una supervisión mínima por parte de Hacienda habría descubierto esta anomalía). Algún diario de tirada nacional ha revelado que el fenómeno de los carnés de identidad usurpados por infractores es más recurrente de lo que parece: en los BOEs queda registrado que el DNI del Rey tiene asignadas multas de aparcamiento en Murcia; el del Príncipe de Asturias tiene atribuidas sanciones municipales por impagos en varios municipios; e incluso se ha sabido que en el año 2001 se le puso una multa por exceso de velocidad a Su Excelencia el Generalísimo don Francisco Franco Bahamonde (cuyo DNI es el 00.000.001). Al parecer, en el año 2001 Franco debió salir del Valle de los Caídos conduciendo rápidamente su Rolls tuneado y batió el récord de velocidad de la categoría reina del automovilismo deportivo, que es la de cadáveres descompuestos de Jefes de Estado.

¿Qué desbarajuste es éste? Si lo miramos con ojos piadosos, vemos una dejación de funciones de proporciones monumentales, pero si lo contemplamos con moderado escepticismo y descreimiento podemos pensar lo peor. Sobra decir que este escándalo pone en muy mala situación a nuestras instituciones, a las que por otra parte no les hacía falta mucho más desprestigio del que ya habían conseguido.

Seamos cándidos y creámonos la versión de Hacienda, que es la del descontrol máximo de los datos de los contribuyentes. Si compramos esa moto, cualquier desaprensivo entenderá que tiene barra libre  para continuar defraudando frenéticamente, y los que aún pagan todos sus impuestos empezarán a sentir el cosquilleo que se tiene cuando uno ve que le toman por idiota.

Sin embargo, Hacienda sí detecta algunas operaciones irregulares, como la de Lionel Messi. El gran jugador del Barça ha sido acusado de algunas evasiones de impuestos y  ha decidido regularizar su situación fiscal sin hacer muchas preguntas y en cuestión de días, pagando a tocateja cerca de doce millones de euros en declaraciones complementarias. Hay que maravillarse ante la tremenda liquidez del futbolista argentino, que suelta doce kilos con la facilidad de quien se vacía los bolsillos en un cenicero al llegar a casa. Pero, ¿y si su presunto fraude es un error administrativo más? ¿Y si el DNI de Messi ha sido usurpado por alguna otra persona particular? Puede ser que usted y yo hayamos utilizado el DNI de Messi para dejar de pagar millonadas al fisco en concepto de derechos de imagen. Sí, sí, usted, no se haga el despistado. Que ya nos conocemos: se empieza poniendo dos veces seguidas el ticket de la Zona Azul, luego se decide uno a pagar una habitación de un motel sin factura, y se acaba organizando un tinglado societario en las Islas Caimán.