Un joven polaco de 26 años ha sido condenado por un juez británico a dos años de cárcel por pintarrajear un conocido cuadro de Mark Rothko en la Tate Modern de Londres, según informa el diario ABC. Los hechos ocurrieron el pasado mes de octubre. La obra saboteada de Rothko se titula «Negro sobre marrón», y se estima que en el mercado vale hoy en día 62 millones de euros. Según recoge el fiscal del caso, Sotheby’s ha estimado la posible pérdida de valor del cuadro en una cantidad que va de los seis a los diez millones euros.
El condenado ha admitido en todo momento los daños causados al mural. Según reconoce abiertamente, este agresor apareció por la Tate Modern el pasado 7 de octubre a las 3:25 de la tarde (hora de Londres), sacó un pincel y un bote de pintura negra y escribió sobre el Rothko su nombre «artístico» (“Vladimir Umanets”) y la frase: «Una posible pieza de amarillismo”.
Aquí ya hemos hablado de lo que suponen algunas situaciones que se crean dentro de la pintura contemporánea y, en concreto, se ha comentado la especial idiosincrasia del mercado de los cuadros de Rothko. Nosotros pensamos que la hipérbole, la mixtificación postural y la exageración general en el mundo mercantil del arte nos han llevado a la actual inflación de precios, y pensamos que esta inflación tiene el peligro del contagio: si un chalado cualquiera ve que se pagan 62 millones por algo que en apariencia puede crear cualquiera, ese chalado querrá participar activamente de este circo (con lo que se demuestra que el chalado está menos chalado de lo que parece, puesto que entiende perfectamente la importancia del dinero). Por tanto, este falso chalado hace la chaladura teatral y grotesca de pintarrajear sobre el Rothko, un cuadro que en sí mismo ya era, a su manera, una especie de borratajo. Si lo que estamos ponderando son las cualidades artísticas no cualitativas (por así decirlo), las cualidades completamente ajenas al oficio y a los fundamentos técnicos de la profesión, entonces cualquier indocumentado provisto de una brocha va a exigir su lugar en el Olimpo del arte moderno. Y tendrá razón.
De esta historia, resulta muy interesante el detalle de la tasación del menoscabo que se ha llevado a cabo en el cuadro de Rothko; al parecer, determinados servicios técnicos y especializados han determinado que el daño realizado supone una depreciación del cuadro de entre seis y diez millones de euros. Supongo que si fuera un cuadro de Sorolla y se viera que lo dañado es un detalle de maestría en el trazo o de expresividad, un detalle esencial para el conjunto, entonces supongo que se pueden considerar cualitativamente esos daños y ponderarlos como corresponde; en este Rothko, en cambio, sospecho que el daño será evaluado en función de la superficie dañada. A tanto el centímetro cuadrado. Y habría que incluir en ese coste la contratación de un técnico adecuado para la reparación, que en este caso podría ser un escayolista o un pintor de gotelé. Y ojo porque cobran unas buenas minutas y a veces lo dejan todo perdido de pintura.