Madame Chochette

Ha muerto Marujita Díaz, cantante y actriz adscrita al segmento artístico conocido popularmente como el de las folclóricas o tonadilleras. Este movimiento tuvo su apogeo entre las décadas de los años 50 y 60, y sus máximas representantes fueron Lola Flores, Carmen Sevilla, Paquita Rico y la mencionada Díaz. Estas artistas cantaban, bailaban y actuaban con mucha desenvoltura, y desarrollaban sus habilidades con gran éxito en todos los terrenos audiovisuales. Posteriormente, la llegada del rocanrol y de la renovación cultural redujo el ámbito de actuación de las folclóricas, que mantuvieron un menguado círculo de influencia. De entre las folclóricas de la Edad de Oro del género, Marujita ha pasado a la historia como una de las que he convivido peor con el ostracismo; los lectores más jóvenes no han visto nunca a Marujita en su esplendor, cantando y bailando, pero en cambio han podido seguir por televisión sus últimas andanzas sentimentales con Dinio y sus apariciones bochornosas en casi cualquier contexto. Durante los últimos quince años, Marujita ha sido un personaje de aspecto estrafalario y de discurso inconexo que ha participado de forma activa en el circo de las televisiones.

Todo esto constituye una realidad insoslayable y que da un poco de pena, y además es algo que todo el mundo ha visto. Por tanto, no parece interesante insistir en ello, salvo para señalar los estragos que el paso del tiempo y la desatención pública provocan en algunos personajes populares, que por lo que parece pierden la orientación y se lanzan a la dinámica más cochambrosa en pos de los focos. El caso de Marujita es un poco especial porque estamos ante una mujer que, de entre sus contemporáneas tonadilleras, era conocida por su inteligencia natural y más concretamente por su vis cómica. Marujita era muy probablemente la folclórica que, como actriz, era más expresiva y graciosa. Marujita explotó esa gracia en su juventud añadiéndole cierto picante a cada papel que hacía, lo que le proporcionó notoriedad en géneros poco relacionados a priori con la copla, como la zarzuela y la revista.

Y, según todas las fuentes de las que disponemos, este talento de Maruja Díaz traspasaba el universo profesional y se veía en su vida personal. Pese al caos aparente que le rodeaba, la folclórica debía ser un mujer muy ordenada en asuntos de dinero; y tenemos varios testimonios que acreditan que Marujita ha sido, en su círculo privado de funcionamiento, una de las mujeres más graciosas y expresivas de su época. El ingenio y el sentido del humor de Marujita sobrepasaban los cánones de la militancia coplera y le dieron acceso al mundo social de algunos de los más grandes humoristas del franquismo. Antonio Mingote, con toda su seriedad jocosa, fue un gran amigo de la folclórica, y Luis Sánchez Polack, Tip, que ha sido uno de los talentos cómicos del Siglo XX a cualquier nivel, tenía en Marujita Díaz a una de sus verdaderas amigas íntimas. Según los datos disponibles, la complicidad y sintonía cómica entre Tip y Maruja llegó a ser un fenómeno humorístico de primer orden, un espectáculo en sí mismo. Ambos personajes tenían cierta tendencia a nocturnidad social y, cada vez que se iban a tomar algo, las personas que tuvieron la suerte de acompañarles dan fe de que allí se producían verdaderos happenings de una comicidad absurda de altísimo nivel. Por lo que parece, Tip se dio cuenta de que una de las pocas personas que podían seguir el ritmo de su torrentera humorística era Maruja, y en consecuencia buscaba frecuentemente su compañía. Tip llamaba a la tonadillera “Madame Chochette”, nombre que después se hizo célebre en la radio. Algunos recordarán que Tip tenía un consultorio en el programa de Luis del Olmo en el que esa presunta madame ofrecía consejos surrealistas a la audiencia, pero la verdadera y original Chochette fue Maruja Díaz.

La sintonía entre Tip y Díaz sobrevivió a todos los avatares hasta la muerte del cómico valenciano. Nos parece muy importante señalar que el desvarío público en la vejez de Marujita, con su romance absurdo con Dinio y su hiperexposición bochornosa en los medios llamados del corazón, empezó a fraguarse y tomó forma justo después de la muerte de Tip. No es nuestra intención sacar conclusiones precipitadas, pero la lógica deductiva más simple nos lleva a pensar que la destrucción de un vínculo de tal jovialidad y elevación cómica como el que mantenía con Sánchez Polack pudo tener mucho que ver con el despropósito continuo en el que se embarcó la folclórica.

Siguiendo esta línea de razonamiento, a uno se le ocurre pensar que el humor es una de las fuerzas naturales más potentes que existen y que mayor capacidad de devastación tienen. El humor es lo que casi siempre nos salva del naufragio personal; el humor es algo que enaltece a quien lo practica, enriquece a quien lo disfruta y erosiona a quien no es capaz de percibirlo. Porque hay un grupo humano que no tiene la capacidad de asimilar el humor, y ese grupo está formado por personas que todos conocemos, personas incapaces de encontrar la comicidad en ninguna situación, por muy absurda que sea. Estas personas están perdidas y, pese a lo que pueda parecer, llevan una vida infame, por lo que solamente podemos lamentarnos por su suerte y ser caritativos con su seriedad.

Como el amor, el humor es un fenómeno difícil de describir pero con una fuerza que conocen todos los que lo han experimentado. La desaparición del humor cuando se ha conocido ha de ser una sensación horripilante que nos puede arrastrar a la desesperación y que seguramente nos lleve a tomar decisiones equivocadas, como, por ejemplo, embarcarse en una relación sentimental con Dinio.

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