Ya hemos dicho que Podemos es el partido que parece acumular en estos momentos un número mayoritario de simpatías. Este apoyo creciente se basa en muchos factores, y uno de ellos es la falta de experiencia política de los líderes de esta agrupación, una falta de experiencia que en estos momentos les convierte en personas que todavía no han tenido ocasión de gestionar mal la Administración y que no han podido robar nada al erario. Parece que la opinión pública está buscando esa inexperiencia por pura reacción ante lo que hemos tenido durante las últimas décadas. Pero ¿qué otras alternativas sin mancha quedan en el catálogo de partidos políticos? Muy pocas.
Una de esas alternativas se encuentra en Cataluña y es Ciudadanos, el partido de Albert Rivera. Este señor Rivera es el famoso líder que apareció desnudo en los carteles electorales de hace unos años, y creemos que, contra lo que pueda parecer, Rivera tiene mucho en común con Pablo Iglesias, el conocido portavoz de Podemos. Vamos a tratar de exponer esas similitudes.
En primer lugar, y como ya hemos explicado, ambos líderes se presentan como personas ajenas a la corrupción, limpias, sin esqueletos en el armario; éste es un mérito que no procede de la decencia personal sino de la falta de oportunidades de malversación.
En segundo lugar, ambos se caracterizan por la fulguración retórica. Pablo Iglesias es un dialéctico hegeliano de padre y muy señor mío; sus razonamientos son idóneos para ser ametrallados en el formato en el que este señor se desenvuelve habitualmente, que es el debate ruidoso de vuelo corto en el que nadie escucha a nadie y en el que hay público en directo. Allí, Pablo Iglesias es un coloso. En cambio, dentro de una entrevista personal con réplica, y si además Iglesias está delante de algún otro experto en silogismos imbatibles (como El Follonero, por ejemplo), este señor Iglesias pierde mucho fuelle, porque sólo hace falta una réplica sencilla y apropiada para volatilizar la lógica de las propuestas de Podemos. Como ya hemos dicho, el programa electoral de Podemos tiene un contenido tan exageradamente contradictorio (sobre todo en lo económico) que se cae casi solo. Albert Rivera es otro retórico importantísimo, y, por lo que hemos visto, es un hombre que aguanta mucho mejor que Iglesias el formato de entrevista en profundidad: pensamos que Rivera aguanta mejor porque no propone tantas cosas inexplicables. Por el contrario, en los debates estridentes y masificados, Rivera es un personaje más débil que Iglesias, precisamente porque sus propuestas no apelan tan directamente al sistema nervioso del electorado. Rivera no propugna la destrucción de la banca, la quema de ministerios, la expropiación de multinacionales, etc, y en consecuencia no prende en el corazón de los espectadores. Dicho esto, confirmamos que ambos señores se manejan muy bien en el campo de la oratoria desaforada.
En tercer lugar, y contra lo que pueda parecer, el origen de los partidos políticos que estos señores dirigen (Ciudadanos y Podemos) es muy similar. Son partidos profundamente reaccionarios, entendiendo este concepto en un sentido literal: Podemos nace como reacción ante la casta, y Ciudadanos nace como reacción ante el nacionalismo gobernante. Ambos partidos nacen contra algo y, en consecuencia, son muy firmes en la negación y bastante flojos en la afirmación, en la propuesta, en la elaboración de alguna idea coherente de gobierno. Podemos y Ciudadanos señalan con mucho vigor las ineficiencias del sistema y resultan mucho más blandurrios en la elaboración de políticas estructuradas, ligadas y de peso específico.
Una vez dicho todo esto, creemos que la mayor diferencia que existe entre Iglesias y Rivera en estos momentos es la capacidad de arrasar en Internet y de mimetizarse con los grandes medios de comunicación. Rivera se desenvuelve brillantemente en las televisiones pequeñas, pero lleva una munición insuficiente para la guerra clave; se necesita mucha más metralla para triunfar en tinglados televisivos como los de La Sexta Noche, y eso deja a Rivera fuera de la gran corriente demagógica que en estos momentos está arrasándolo todo. Iglesias, por el contrario, ha colonizado estos programas con gran éxito. He ahí la razón por la que Ciudadanos disfruta de un saco de votos creciente aunque más o menos estanco, mientras Podemos se ha convertido en un fenómeno absoluto y sin precedentes.
Nosotros creemos que, si el señor Rivera cree conveniente dar a sus apariciones un toque más sentimental y ruidoso, y si opta descaradamente por la postulación omnipresente en todos y cada uno de los debates masificados que se celebran en todas las cadenas, este señor subirá. Alguno creerá que ya queda muy poco tiempo para las próximas elecciones, pero hay que recordar la velocidad espumosa de Podemos, que en menos de un año ha pasado de la nada a ser el partido con mayor intención directa de voto en la última encuesta del CIS. Entendemos que la inercia de las cosas puede desembocar en un triunfo completo de Podemos, pero no deberíamos extrañarnos si Rivera empieza a acoger a esos electores cansados de la casta pero temerosos ante la llegada desaforada de Pablo Iglesias. ¿Veremos un duelo electoral Iglesias – Rivera?