La mirada de Velázquez

Se ha inaugurado una exposición sobre Velázquez en el Museo del Prado. Además de los cuadros que ya estaban allí, se exponen otros han llegado en régimen de préstamo. Alguien podría decir que es una exposición redundante y que los españoles están muy al corriente de la obra de este pintor, pero es posible que, como ocurre con tantas cosas en este país, la gente no sepa ni quiera saber nada sobre Velázquez. Hay que decir que en muchos países los aficionados a la pintura más o menos enterados tampoco saben quién es este pintor; en Estados Unidos, por ejemplo, son mucho más famosos pintores españoles como Goya, Picasso o Dalí que Diego Velázquez. Eso es normal porque la obra de los tres pintores citados tiene unos rasgos distintivos mucho más groseros y evidentes que los de la obra velazqueña, y cualquiera puede retener en la memoria los detalles más llamativos de estos catálogos (el indigenismo cubista de Picasso, el horripilante periodo negro de Goya, los relojes blandurrios de Dalí, etc).

Ahora bien: cualquiera que vaya a ver la exposición del Prado se dará cuenta de que Velázquez está en otra galaxia. Lo que pasa es que ante la obra de Velázquez nos da por pensar que la pintura es una cosa sencillísima. Velázquez pertenece a una época en la que aún no se llevaba el retrato de atrocidades sorprendentes, como, por ejemplo, Saturno devorando a su hijo, ni la exhibición de arbitrariedades iconoclastas, como las de cualquier otro pintor más o menos moderno y más o menos chalado. Velázquez es, en este sentido, un pintor perfectamente incrustado en su época, pero también es el hombre superior que recoje sencillamente en sus cuadros la naturaleza y el temperamento de sus modelos, ya sean Papas, reyes o bufones. Velázquez da humanidad a sus modelos, y los pone en su justa categoría de seres humanos (dignifica a la vieja que fríe huevos o quita el boato real a los reyes).

Todo esto se conoce ahora como la mirada del pintor, la mirada del artista. Esta terminología de la crítica ha triunfado, y los estudiosos de la pintura hablan constantemente de la mirada de los pintores, del talento a la hora de mirar. Yo diría que, además de la mirada, que es importantísima, hace falta también que el pintor tenga mano, cosa que ahora se valora poco y que no tiene ninguna importancia para los aficionados que van a ARCO y a otras ferias llenas de instalaciones grotescas. Si no hay mano, si no hay destreza o talento o técnica o gusto a la hora de pintar, la mirada se queda inexpresada y podemos darla por muerta. Velázquez es el gran artista plástico porque efectivamente tiene una mirada humana excepcional, modernísima, y porque junto a eso tiene además una mano no superada. Sin su mano mágica no hay mirada que valga, y, de hecho, el arte de artesano, el oficio del pintor, es parte de la mirada porque sin ello no llegaríamos a saber cuál es la mirada. Velázquez tiene una mirada más humana que la de sus contemporáneos italianos y holandeses y tiene una mano estética más viva, más suelta. Hay que irse luego hasta el impresionismo del bueno, el francés de finales del siglo XIX, para encontrarse con algo del poderío de Velázquez. Sin embargo, estuve hablando una vez con un artista joven que me dijo que Velázquez no estaba mal pero que ese tipo de arte está superado y ya no tiene ningún interés. Esta declaración en una persona joven resulta completamente deprimente.

Lo que estamos intentando decir con esta entrada del blog, tan plomiza y extemporánea, tan carente de interés, es simplemente que los señores lectores tienen a su disposición la obra de un español raro que, por su talento a la hora de pintar y por su humildad a la hora de mirar, es uno de los más grandes artistas de la historia universal, y es un señor que está pasando desapercibido. Los escritores del 98 comenzaron a hablar bien de El Greco cuando este pintor era considerado un artista horripilante, con un trazo vertical y bronco; hoy El Greco tiene el reconocimiento que merece. Sería deseable que ahora, en medio del triunfo de la abstracción más agotadora, hubiera gente que hablase de Velázquez.

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4 comentarios en “La mirada de Velázquez

  1. Por si no lo conoce, le recomiendo un librito maravilloso de Ramón Gaya que le dará múltiples claves sobre Velázquez, con la extraordinaria sensibilidad del artista murciano: «Velázquez, pájaro solitario.»

    1. Estimado señor Fernández:
      Ramón Gaya es un artista impresionante en todos los sentidos. Tengo que buscar y encontrar ese libro que usted recomienda. Por lo visto, los únicos pintores actuales que se han preocupado de Velázquez son curiosamente los dos pintores figurativos más importantes de nuestra época: Gaya y Antonio López.
      Gracias y un saludo

      1. Pruebe a buscar la Obra completa de Gaya que editó Pretextos hace 3 o 4 años. En Madrid, a veces aparecen ejemplares en la Cuesta de Moyano, por 4 o 5 euros, de una edición que hizo la Junta de Andalucía en los años 80 y que es la que yo tengo. Si alguna vez encuentro uno, no tendría inconveniente en comprarlo para usted pero me tendría que dar una dirección para mandarlo.
        Dicho esto, en lo que ya no le sigo y lo lamento es en lo de A. López, que tendrá una mano muy aplicada pero a mi se me hace indigesto y gris, en el mal sentido de la palabra.
        Un saludo

  2. Estimado señor Fernández:
    Comprendo su indigestión ante López, aunque yo tampoco he dicho que me entusiasme. He dicho que es uno de los pintores figurativos más importantes de nuestra época, afirmación que está bastante cerca de la realidad. López sabe pintar y su obra forma un conjunto rarísimo y especial, cuyo valor está todavía por definir, pero a mí lo que más me gusta de López son sus membrillos.
    Gracias y un saludo

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