Un príncipe para Corina

Uno de los programas de más éxito de la televisión actual es Un Príncipe para Corina, que se emite en Cuatro los domingos por la noche. Se trata de un reality en el que una guapa joven elige a su novio de entre más de veinte candidatos, que están divididos en diferentes grupos o ganaderías  en función de su personalidad (los Guapos, los Simpáticos, los Únicos y los Nerds). Todos estos jóvenes se encuentran confinados en una finca tinerfeña y allí llevan a cabo diferentes pruebas más o menos absurdas. Para ir descartando candidatos, Corina recibe la ayuda de su hermana y de un amigo íntimo, que actúan como consejeros.

El programa está producido por la misma empresa audiovisual que hizo Mujeres Ricas y Quién Quiere Casarse con mi Hijo, dos programas de los que ya hemos hablado en este modesto blog. Ambos eran programas de humor, que recogían una materia prima digna del reality más cochambroso y que, a base de editarla de manera inteligente y de añadirle una banda sonora musical apropiada,  convertían esa cochambre en una experiencia cómica sorprendente. En consecuencia, quien haya visto aquellos shows podría adivinar cómo es este nuevo programa, aunque hay que decir que en Corina las técnicas de producción y postproducción se han depurado al máximo. La estilización humorística, el ritmo de montaje y el material humano acumulado en Un Príncipe para Corina lo convierten en una obra maestra de la comedia televisiva. No es posible ver un episodio de este programa sin soltar varias carcajadas.

Y la naturaleza de estas carcajadas es variada. A veces nos reímos de la edición visual, que incluye planos que otros programas se descartarían pero que en Corina son aprovechados para enfatizar lo grotesco de los pretendientes; otras veces nos reímos de lo que dicen los protagonistas, incluyendo a Corina y a sus consejeros, que están al mismo nivel que los posibles novios; casi siempre nos reímos de las circunstancias en las que los guionistas ubican a toda esta fauna; y siempre nos reímos con la ambientación musical, que es formidable. El conjunto es una montaña rusa de escenas rocambolescas que potencia el perfil absurdo del casting y que pone a los protagonistas en su verdadera dimensión.

Otro aspecto mejorado que tiene este espacio con respecto a sus antecesores es que en Corina hay una parte muy importante de los candidatos a novios que parecen estar sutilmente en la broma; es decir, que dan la impresión de que están ofreciendo su espectáculo cómico con conocimiento de causa. Concretamente, la división de los Nerds (fanáticos de la informática, el manga japonés y los videojuegos) y la de los Únicos (personajes con diferentes rarezas particulares) ofrecen signos de que no les importa bromear sobre el estereotipo al que se adscriben. David Pedre, por ejemplo, que es un nerd gallego con cierto sobrepeso y con un gran sentido de la ironía, ha dicho en uno de los episodios que gracias a este programa en breve puede producirse “una salida masiva de frikis del armario. Está previsto un outing de frikis; hay mucho friki escondido”.  Esta participación activa de los personajes en la comedia le da al programa un aire de sofisticación muy interesante y elimina la desagradable sensación que se tiene cuando nos estamos riendo de alguien que va en serio; por decirlo de alguna manera, el programa resulta así mucho más caritativo y mucho menos cruel. Además, creemos que con este desmadre de humor compartido se consigue poner en ridículo no tanto a las personas como a los estereotipos, y con ello nos acercamos un poco más a la inserción social de cualquier outsider. Por tanto, puede ocurrir que un programa tan destructivo a priori como Un Príncipe para Corina sea en el fondo un artefacto socialmente constructivo, que humaniza frikis, que los convierte en personas ante los ojos de la audiencia.

Es curioso darse cuenta, sin embargo, de que hay un sector de los candidatos del programa que no tienen aspecto de pillar el chiste. Concretamente hablo de los llamados Guapos, que por lo que vemos se creen hasta el final su papel ridículo y su estereotipo. Y lamentablemente tenemos que reconocer que por ahora Corina tiende a favorecer en sus elecciones a estos supuestos guapos, con lo que esta chica se pone al mismo nivel de indigencia que los candidatos más bronceados y musculosos. Pese a ello, no hay que descartar futuros volantazos en el guión de este programa, y podría darse la posibilidad de que Corina abandone su afición por los guaperas insustanciales y acabe en brazos del fabuloso friki gallego, David Pedre, cosa que el público recibirá con gran alegría.

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