«Cuerpos Embarazosos» es un programa televisivo británico que se emite cada noche en la cadena XPLORA, canal que pertenece al conglomerado de La Sexta. Por resumir su contenido, diremos que se trata de un espacio en el que personas con problemas físicos visibles acuden a un médico que les examina y acaba operándoles. Las dolencias que tienen estos pacientes se manifiestan externamente en forma de anomalías corporales más o menos grotescas, y el programa se caracteriza por la falta de escrúpulos a la hora de capturarlo todo en imágenes. Vemos hemorroides, eccemas, lombrices, protuberancias y deformidades sin ninguna censura y a lo vivo, y por si eso fuera poco también nos muestran las intervenciones quirúrgicas resultantes en toda su crudeza. En «Cuerpos Embarazosos» no existe el pixelado, ni las elipsis narrativas: podemos decir que es un espacio televisivo de pornografía sanitaria sin cortapisas.
Por todos estos motivos, el programa se convierte en una experiencia de lo más desagradable para el espectador sensible. Entiendo que haya personas interesadas en estos asuntos desde un punto de vista profesional, de especialista en medicina, y que incluso haya quien sea un aficionado a la truculencia por puro gusto más bien desviado. Ahora bien: el problema es que este programa no se emite de madrugada, sino a las 21 h, y eso significa que muchos españoles se encuentran viendo la tele mientras cenan, y, al hacer zapping de la manera más cándida, suelen toparse con ese festival de vísceras y coágulos, con el consecuente revolcón de estómago. Podría decirse también que en este horario los niños son susceptibles de ver todas estas atrocidades, y es así, pero probablemente a un niño esto le produce un impacto menor que a un adulto, puesto que un niño no tiene muy desarrollado el sentido del dolor propio y de la más elemental aprensión. Por tanto, creemos que el mayor peligro es para los adultos que no tengan la sensibilidad de un buey de carreta.
Parece evidente que, como poco, habría que cambiar el horario de la emisión y colocarlo en la madrugada, pero además no es descabellado pedir que se refuercen los avisos que aparecen sobreimpresionados, puesto que hay posibilidades de que uno cambie de canal y se tope con alguno de los fragmentos del programa en los que médico y paciente hablan sin imágenes desagradables (hay fragmentos así, aunque pocos), por lo que uno corre el riesgo de quedarse a ver relajadamente el diálogo médico y que, de pronto, las incisiones, las purulencias y las tumefacciones nos sorprendan con el mando a distancia lejos de nuestro alcance.
En todo caso, y una vez explicada la naturaleza charcutera de este programa, no sabemos a ciencia cierta si este tremendismo televisivo es peor que «Sálvame «. La morbosidad física deja al espectador unas secuelas muy leves, casi siempre de orden estomacal; en cambio, las atrocidades espirituales son de poso largo y de rastro intelectual persistente.