El interés general

El asunto de los presuntos sobresueldos en negro del Partido Popular está sobre la mesa y ha sido muy comentado durante la última semana; poco más podemos añadir nosotros. Hay una acusación gravísima y que tiene un fundamento documental más bien dudoso, pero en una materia como ésta siempre es más fácil acusar que defenderse; Rajoy ha dicho que es inocente, pero no se querella contra Bárcenas ni puede aportar ninguna documentación aclaratoria, así que se amplían las sospechas por cada minuto que pasa. Se ve que estamos ante el final del sistema, y la incógnita es qué tipo de régimen viene después. En este sentido, es muy interesante la reacción del partido de la oposición y de su líder, Alfredo Pérez Rubalcaba. Este señor ha pedido que Rajoy dimita y que en su lugar se ponga otro del PP.

Esta solicitud es de una urbanidad exquisita, y suena muy rara en un partido como el socialista y en un dirigente como el señor Pérez Rubalcaba; en otras circunstancias, el acoso sería abrumador, y la moción de censura estaría ya interpuesta como una obligación moral, aunque fuera para perderla. La timidez en la reclamación de la oposición nos hace pensar que en este ámbito del dinero negro el partido socialista puede tener una determinada cantidad de esqueletos en el armario, y que en virtud de ello esté reclamando limpieza con la boca muy pequeña y con mucho miedo de un levantamiento general de alfombras. De hecho, todos los partidos políticos del Congreso (salvo una parte pequeña del variopinto Grupo Mixto) votaron la semana pasada en contra de una comisión de investigación sobre este asunto, en clarísima señal de vocación de mantenimiento del tinglado. Sobra decir que estos partidos mayoritarios tienen sus respectivas causas abiertas en los tribunales por los más variados conceptos irregulares.

Otra hipótesis que explica esta timidez por parte del señor Pérez Rubalcaba puede estar en que el PSOE no quiera tomar ahora el poder en vista del poco provecho que puede extraer al hecho de gobernar en una situación tan complicada como la que estamos viviendo (ya que tendría que dedicarse indefectiblemente a recortar y a suprimir subsidios, prestaciones e inversión pública, soportando por ello innumerables protestas ciudadanas); por tanto, el líder de la oposición reclama un relevo dentro del PP, pero manteniendo en todo caso al PP en el poder, desgastándose allí cada día más, sufriendo las consecuencias del descuartizamiento del país.

En ambas hipótesis hay un concepto fijo y constante que es la preocupación por los intereses particulares de partido, y esta preocupación parece garantizada, prioritaria y común a todas las formaciones políticas. La idea es crear una estructura estratégica orientada a aguantar vivo y sin imputaciones mientras todo revienta. Nadie contempla que haya un mínimo de preocupación por el interés general por parte de ningún dirigente político.

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