Acabo de ver una pegatina promocional en una farola en la que aparecen unos jóvenes marchando juntos en estilo de manifestación con el lema La juventud, a la ofensiva. La pegatina no tiene aparentemente ningún propósito específico de reunión concreta; no se propone quedar y protestar en ninguna fecha definida ni contra nada en particular. En principio parece una propuesta abstracta, genérica, y y está realizada por Ezker Anitza, la federación vasca de Izquierda Unida.
Se entiende que estamos ante una iniciativa que es característica de la época altamente confusa que ahora vivimos. El lunes se publicaron los datos oficiales de paro en España durante el año 2012 y hemos visto que en la población activa española de menos de 29 años la tasa de paro es de un 54%. Esto supone una realidad fatídica y escandalosa se mire como se mire, ya que además no podemos hablar ya de paro juvenil en sentido estricto: una persona sana y capacitada de 28 años de edad es cada vez menos joven y debería estar ya funcionando de una manera relativamente autónoma. Vemos que más de la mitad del conjunto de estas personas es todavía dependiente y permanece inutilizada.
Esta tragedia tiene unas dimensiones fenomenales, pero viene amplificada por el desconcierto y la desorientación. Ya hemos comentado alguna vez que uno de los problemas más graves de entre todos los gravísimos problemas que tenemos está en que sabemos que estamos mal pero no sabemos realmente cómo hemos llegado hasta aquí y tampoco sabemos cómo conseguir cambiar las cosas. Una mayoría de personas se ha convencido de que la culpa de todo la tienen diferentes agentes gaseosos de carácter maligno que nos han utilizado para sacarnos los hígados y dejarnos en la peor situación. Esta hipótesis es tan buena como cualquier otra pero lo suficientemente inconcreta como para que no podamos definir los objetivos ante los que protestar ni las medidas que debemos tomar; en consecuencia, todo lo que se está cocinando ha de ser inconcreto, como la convocatoria de la pegatina. La juventud, a la ofensiva es un lema que vale para todo y que simultáneamente no va a ninguna parte.
Y desde luego es un lema que si se añade a la olla exprés de la tensión creciente puede ayudar a que se produzcan detonaciones de consecuencias amplias. Por lo que se ve, el estallido social va a esparcir metralla a los cuatro vientos. Ayer hablaba con un policía y me decía que él y sus compañeros del Cuerpo no tenían miedo a los recortes funcionariales porque entendían que vamos a una época tan tumultuosa que la presencia de funcionarios policiales no puede recortarse, más bien al contrario, de cara al mantenimiento del orden mínimo y a la salvaguardia y custodia de la propiedad privada. Es decir, que hay determinados miembros de la autoridad que dan por hecho que empieza ya mismo el caos.
Desde un punto de vista práctico, debemos preguntarnos si la guerra es la respuesta y si nos quedan otros caminos para poder salir de aquí; probablemente, y en mi modesta opinión, creo que estamos ante el comienzo del cambio demográfico, social, geográfico y de hábitos, un cambio que, ojo, puede llevarnos al campo. Al mundo rural. Al abandono de la urbe. Hablaremos aquí de esto próximamente.