Antena 3 TV arrasa los jueves por la noche con la emisión de El Barco, que es la serie española que ha acabado con Hospital Central, Perdidos en la Ciudad y demás programas sensacionales. El Barco es inclasificable; ¿es una serie de misterio? Más o menos. ¿Es un drama? Sin duda. ¿Se graba utilizando muchísimos recursos técnicos y humanos? Evidentemente. ¿Constituye todo esto una razón suficiente para encontrar los motivos de su éxito? Ni hablar.
De hecho, para cualquier espectador medianamente libre de fanatismos, El Barco es una serie que no puede seguirse bien. Uno pierde el hilo. Se suceden las escenas en las que los actores susurran y se miran con suma intensidad, pero viendo El Barco uno nunca está seguro de que la escena que estamos viendo no está repetida. Nadie puede garantizarlo, como tampoco se puede garantizar otra cosa en relación con esta serie, puesto que, a pesar de que los acontecimientos que se cuentan son indudablemente de gran interés, uno no puede hilar una continuidad o razonar a partir de los encadenamientos de escenas.
En este sentido, la serie de Antena 3 parece la heredera de otra que tampoco se entendía bien, que era El Internado. El Internado era un revuelto televisivo impresionante, una menestra de cine de terror, intrigas amorosas adolescentes, dramas humanos y secuencias tensas y susurrantes en las que se garantizaba la ininteligibilidad de los diálogos; todo ello protagonizado por reconocidos actores jóvenes, turgentes y que de forma periódica aparecían en paños menores. La fórmula no requiere ninguna lógica en las tramas argumentales porque he observado que el público juvenil suele ver el programa con el IPhone en la mano, comentando el detalle cada capítulo vía Whatsapp, y en el fondo esta dinámica de chateo y actividad del público hace que el hilo argumental no sea relevante, lo que permite que la serie no tenga coherencia ni lógica. Todo esto facilita muchísimo el trabajo de los guionistas: cuando no hay que atender a ninguna regla, la escritura se convierte en una actividad que lo traga todo y que se lleva a cabo con una fecundidad arrolladora.
El Internado tenía estas características. El Barco también es una serie así: ilógica, incomprensible, tensa, levemente nudista.
Por tanto, lo verdaderamente importante es saber que la televisión de éxito en España se apoya en un star system efectivo y que funciona. Quien quiera colocar un producto televisivo y triunfar debe saber que necesariamente tiene que llamar a actores de la ganadería de Mario Casas y Blanca Suárez y ponerles a susurrar diálogos incomprensibles en la ducha, cueste lo que cueste. Mario Casas cobrará un buen dinero, pero es una inversión, y además su contratación permite el ahorro del sueldo de los guionistas.