La borrachera portátil

Ayer pasé por delante de una de esas tiendas multidisciplinares en las que uno puede encontrar de todo: juguetes, alimentación, periódicos, material deportivo, flores de plástico, menaje, etc. Suelen estar regentadas por ciudadanos de origen asiático. Encontrar cosas raras en estos establecimientos no es algo que sorprenda, pero vi algo en la puerta que sí me sorprendió: el anuncio de unos sobres de plástico que caben en la palma de la mano y que contienen una dosis individual de alcohol para combinados. Es decir, que en un envase cerrado y transportable en el bolsillo uno puede llevar consigo un pelotazo de whisky, ginebra o ron para poder aderezar cualquier refresco con hielo que uno se pida en un bar y convertirlo así en un combinado, cuba-libre o trago largo en toda su extensión. El precio de venta al público de estas dosis es de un euro y medio por sobre.

En realidad, esto es una actualización del asunto de la petaca. El uso de la petaca es actividad antiquísima con gran arraigo popular pero que, por la rigidez de la propia petaca, tenía un utilidad que quedaba limitada a una serie de supuestos conocidos. La comodidad del sistema nuevo está en su carácter desechable y en la adaptabilidad del formato del sobre, que es pequeño y flexible; en consecuencia, uno puede transportarlo a cualquier sitio y, una vez allí, discretamente, uno puede agarrarse una borrachera sensacional. El envase del sobre favorece la embriaguez en cualquier situación.

La ciencia avanza hacia la simplificación de la vida moderna, y en este caso el invento se genera en pos del perfeccionamiento de la borrachera, porque es evidente que el consumo de agentes narcotizantes no va a dejar de subir a pesar de la crisis; más bien, al contrario. Necesitamos sustancias que alteren nuestra percepción y que nos difuminen la realidad, que es una realidad de devastación completa. Este invento de los sobrecitos es además muy interesante porque consigue unir la mencionada afición por el alcohol con otra costumbre muy española, que es el no pagar, el defraudar. Estos sobres le facultan a uno a tomar un pelotazo completo en un establecimiento pero pagando solamente por el refresco combinativo, lo que ofrece al consumidor español un gustirrinín añadido, que el gustirrinín derivado de escaquearse a la hora de sufragar la cuenta completa. Un español que consigue pagar menos de lo que debe es siempre un héroe aclamado por sus amigos y familiares.

El problema es que si se populariza la compra de sobres vamos a ir a un escenario de deterioro de los resultados de las tabernas. Las tabernas son el último bastión de la prosperidad del país, y si dejan de ser rentables podremos decir con toda propiedad que el hundimiento es definitivo.

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