El Club Pickwick

Un amigo mío me dice que ha ido a una librería y se ha comprado un ejemplar de Los papeles póstumos del Club Pickwick, novela de Charles Dickens publicada entre 1836 y 1837. Estamos ante dos hechos extraordinarios: por un lado, la adquisición de un libro impreso, físico, de papel, en una época en la que el ebook y las tabletas lo arrasan todo; por otro lado, el libro que mi amigo se ha comprado es un mamotreto que, en la edición que sea, tiene más de mil páginas y pesa como un muerto.

En términos generales, el libro físico va a menos. Uno va en el metro y se ven los ebooks incluso en manos de las mujeres más ancianas (y digo mujeres porque generalmente las lecturas del hombre en el metro se limitan al diario Marca). Todo el mundo tiene un libro electrónico, y la gente lee en unas pantallas grises, con una letra perfectamente pixelada (e ilegible), y estos lectores pasan la página apretando un botón. Reconozco que, si uno no es excesivamente quisquilloso con la calidad del texto, con su definición, su luminosidad y con el fetichismo esencial de la lectura en papel (fetichismo del que yo soy víctima), si uno, repito, es tolerante con lo cochambroso del formato electrónico, entonces el ebook es un aparato comodísimo.

Independientemente del formato, lo raro de verdad es que alguien hoy en día se ponga a leer el Club Pickwick. Es raro pero no creemos que sea una equivocación: pese a su tonelaje y su cantidad de páginas, esta obra es de las cosas más ligeras y menos densas que uno puede leer; es la primera novela que publicó Dickens, y la publicó en fascículos o folletines, de manera periódica, y esa estructura episódica hace que este libro sea muy adecuado para el tipo de lectura que generalmente se practica hoy en día, una lectura fragmentada, breve, entre estaciones de metro.

Además de la adecuación al ritmo lector actual, resulta que esta novela es una de las cumbres del humorismo de cualquier época. Dickens recorre la Inglaterra del siglo XIX de la mano de sus personajes, hombres magníficamente desocupados que se mueven por los caminos para ejercitarse y que resuelven entuertos con el espíritu deportivo de los ingleses. Dickens toma el formato errante del Quijote pero amplía el arco del retrato; nos cuenta sucesos cómicos con las herramientas de la piedad y del respeto. En este sentido, cualquiera puede ver que Dickens es un humorista de observación positiva, de acidez nula, de una amenidad formidable. Dickens es un autor que no tiene que contarnos aventuras exóticas o ambientar sus libros en el Medievo para proporcionarnos la evasión que cualquier lector busca, y lo hace con una sonrisa elegante, emotiva y magnífica.

Todo esto nos lleva a una conclusión inevitable: no existen demasiados motivos para leer cualquier libro contemporáneo si uno tiene la ocasión de leer por vez primera el Club Pickwick, un libro insuperable en casi todos los aspectos. Y esto lo digo contra mis intereses crematísticos, puesto que, aunque humilde y chapucero, yo soy un novelista contemporáneo. Pero en general creo que hay tratar de no hacer el ridículo, y en consecuencia uno tiene que reconocer que La Herramienta Comercial es muchísimo peor que el Pickwick. Qué le vamos a hacer.

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Un comentario en “El Club Pickwick

  1. ¡Lo que son las cosas! En la página de Amazon a la que ha puesto usted un enlace, se lee que sólo hay disponible un ejemplar de la novela de segunda mano, por un precio de 359,84 euros más 2,99 de gastos de envío…

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