Cómo las lía Mariló Montero

La presentadora del matinal de TVE, Mariló Montero, tenía una sección editorial en su programa. Y digo «tenía» porque TVE acaba de eliminar ese espacio del programa, y todo se debe a que la semana pasada, y a raíz de la muerte del más reciente asesino de actualidad, el llamado asesino de El Salobral, la señora Montero dijo que «no está demostrado que, en un trasplante de órganos del asesino muerto, el alma de ese criminal no sea asimismo trasplantada». La señora Montero tiene razón: todo lo relacionado con el alma está a la espera de una demostración, y es probable que esa demostración nunca llegue. Dicho lo cual, cabe pensar que si un enfermo grave recibe un riñón del mencionado homicida psicópata, ese enfermo se encuentre después del trasplante en una situación considerablemente mejor que antes del trasplante, y es probable que, en este sentido, las palabras de la señora Montero sean de una imprudencia muy destacable, puesto que pueden llevar a determinadas personas a rechazar cierta ayuda médica por puro prejuicio espiritual. La mixtificación supersticiosa se une a la inexactitud puramente española para dar un resultado bochornoso y en directo para millones de espectadores, que por ser espectadores matutinos no tienen menos capacidad de abochornarse.

Pero lo más interesante de este caso es la cadena de acontecimientos, una secuencia que vemos repetirse últimamente: se pronuncian en televisión determinados exabruptos que inicialmente pasan desapercibidos; las denominadas redes sociales se hacen eco del asunto con tono jocoso; el tema se vuelve trending topic y, debido a esa repercusión, la dirección de TVE toma cartas en el asunto. Tiene mucha importancia ese miedo que cualquier corporación rimbombante tiene al hashtag y al twit cruzado. Por tanto, y metidos ya en esta dictadura de los 140 caracteres, una persona que se encuentra constantemente en el cruce de los comentarios es esta señora Montero, cuyas declaraciones metafísicas sobre el alma trasplantada son la culminación de una cadena reciente de intervenciones sensacionales (tuvo hace semanas una polémica violenta en directo con su compañera de cadena, señora Igartiburu).

Dicen que Mariló Montero es desenvuelta y natural, pero podría darse el caso de que ella misma esté patrocinando de forma calculada sus continuas conversiones en trending topic. Al fin y al cabo, lo importante es el ruido inmediato, y lo de menos es la posteridad; recuerden ustedes el episodio sonrojante del libro supuestamente plagiado por Ana Rosa Quintana, y dense cuenta de quién es hoy el líder de audiencia por las mañanas: la escritora Quintana. Por lo tanto, y aunque el editorial de Mariló sobre el alma y sus avatares parecía al principio una cosa disparatada e innecesaria, podemos suponer que ese discurso ha cumplido su propósito. Todos hablan de Mariló. Se podría decir que todos se ríen de Mariló. Incluso este triste blog, que ofrece pocas satisfacciones al internauta y que en consecuencia va obteniendo una difusión más bien irregular y pobre, ha dedicado una entrada a esa señora Montero.

Es de esperar que la presentadora prosiga en su camino de aparentes despropósitos televisivos. Y le irá bien.

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