Belén Esteban vuelve a operarse la nariz

Tengo tos. El origen de esa tos es el contagio puro y duro: mi hijo tenía tos y me la ha contagiado. Tengo entendido que la tos es un mecanismo defensivo del cuerpo, que reacciona contra la obstrucción de los conductos de la respiración; por tanto, es una más de las increíbles reacciones del organismo humano, que por lo general funciona con una precisión asombrosa. Por tanto, hay que celebrar la existencia de la tos como reacción defensiva de gran éxito, pese a la violencia furibunda del movimiento físico de la tos, que es un movimiento tremendo y abrasivo que le deja a uno literalmente desmontado.

Porque cualquier persona sabe que hay determinados tipos de tos que resultan un engorro tremendo. En concreto, por culpa de mi tos yo llevo dos noches casi sin dormir y sin dejar dormir a mi mujer (cosa que es muchísimo peor). Y si exceptuamos los casos de dolor sin matices, el no poder dormir es una de las tres o cuatro cosas más desagradables que existen dentro del catálogo humano de sensaciones físicas, dicho sea esto, insisto, con todo el respeto hacia las personas gravemente enfermas y que sufren dolores horripilantes. Dar vueltas en la cama sin conseguir fraguar el mágico instante de la conciliación del sueño es un proceso de crispación creciente y de generación de veneno psicológico que concluye en la frustración y el posterior agotamiento físico insuperable. Cuando uno lleva dos días sin dormir por culpa de la tos, uno se pasea como un zombi por el mundo y, aunque consiga poner cara de escuchar a sus interlocutores, la verdad es que el insomne no entiende nada de lo que se le dice y no puede desempeñar las más elementales funciones que se le encomiendan.

Es evidente que no dormir por culpa del remordimiento, la sensación de culpabilidad, las preocupaciones de la economía familiar o por algún otro motivo grave puede llevarle a uno a la locura personal, pero no dormir por culpa de la tos también es sumamente desagradable, con el agravante de que encima se molesta y perturba a quien duerme con uno, con las consecuencias a futuro que esa perturbación acarrea (consecuencias naturales dentro del proceso matrimonial establecido). Además, y pese a que tenga la conciencia tranquila, el insomne de la tos tiene a su disposición muchísimos minutos de vigilia para manosear mentalmente cualquier asunto, y acaba sintiéndose mal no sólo por la tos sino que también por los motivos más endebles, más traídos por los pelos, concurriendo todo en las fronteras de la depresión general. Es decir, que el que no duerme por inquietud psicológica o depresión no duerme, cierto, pero el que no duerme por culpa de la tos tampoco duerme y acaba igualmente deprimido.

En consecuencia, la tos es un gesto físico benigno que puede llevar a uno a la locura. Lidiar con esto es sumamente difícil y requiere una fortaleza rara, una fortaleza que tal vez yo no tenga.

Luego está el asunto de Belén Esteban, que en principio aparecía en esta entrada cumpliendo la función de gancho publicitario rastrero para los internautas , pero que, ahora que lo pienso, seguro que es una mujer que tiene unos ataques de tos formidables; podría ser que la tos sea lo que le haya llevado a operarse de nuevo la nariz.

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