Contengan a los cretinos

La polémica sobre el himno en la próxima final de Copa del Rey es una consecuencia natural del cretinismo en todos los órdenes de la vida, sintetizado y concentrado perfectamente en la figura del hincha del fútbol. El hincha futbolístico es un ser primario al cual el deporte y el juego sólo le importan como herramienta para el aplastamiento del enemigo. El hincha futbolístico quiere destrozar. El hincha nunca se aburre ni se divierte, sino que brama como un carnero durante noventa minutos y quiere ver representaciones de la humillación al adversario. Ya conté en otra entrada que, en mi opinión, el fútbol se enrosca en lo más elemental del sistema nervioso de la afición y le da una ventana para que elimine toxinas, y en ese sentido evita que esas toxinas se eliminen en la calle y que nos partamos la cara unos a otros en un atasco de tráfico, cosa que, bien mirado, es de agradecer.

Si observamos otros deportes, veremos que entre los aficionados al tenis o al balonmano, por ejemplo, hay más síntomas de urbanidad. No obstante, todo depende de las circunstancias. Pongamos el caso de la ciudad de Vitoria; la capital de Álava es uno de las poblaciones más civilizadas, tranquilas y mejor desarrolladas de Europa, y sus habitantes son gente de buen fondo y con gran sentido de la hospitalidad. Sin embargo, Vitoria es una ciudad que tiene su inevitable cuota de energúmenos, cuota que vive y que se desarrolla no en el fútbol, sino en el baloncesto, que salvo en Grecia y en Turquía es un deporte razonablemente tranquilo.

Pero no en Vitoria. En Vitoria, uno va por la calle respirando quietud, y entra tranquilamente en el majestuoso Buesa Arena, y en el momento en el que empieza el partido del Baskonia de baloncesto comienza el rugido brutal de la horda y uno ve que está de pronto en otro planeta. La afición vitoriana al baloncesto es un grupo ejecutivo impresionante, que canta y que muestra su energumenismo con una solidez de cemento armado, como un solo hombre. Es una afición cruel (yo les he oído cantar “Queremos la cabeza de Prigioni”, siendo Pablo Prigioni un ex jugador del Baskonia que curiosamente luego volvió al Baskonia); la afición vitoriana es una afición que todo lo protesta, que todo lo discute y que a todos amenaza y coacciona, y a la que no parece que le guste excesivamente el baloncesto. Pero repito que es que en Vitoria el baloncesto es un deporte de verdadera élite y el fútbol en cambio está en un momento bajísimo.

Es deseable que el cretinismo se ciña al fútbol y que no invada espacios deportivos de otra especie, siempre que eso sea posible. Como aficionados, no nos gustaría estar cambiando continuamente de deporte y tener que acabar siendo hinchas del deporte nórdico absurdo del disco que se desliza despacio sobre hielo con unos operarios fregando el terreno a su paso.

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