Un cambio de régimen

Hoy pensaba hacer un humilde resumen del programa de televisión Campamento de Verano, de Telecinco, pero he visto que en los últimos días hay noticias judiciales de mucha relevancia. En concreto, el Tribunal Supremo acaba de archivar una investigación sobre la presidenta de la Comunidad Foral de Navarra, doña Yolanda Barcina; además, ayer el mismo tribunal redujo la pena impuesta por otro tribunal a Jaume Matas (librándole de la cárcel), y hace unos días el mismo Supremo anuló una sentencia contra el antiguo ministro José Blanco por tráfico de influencias. Entiendo que se trata de una coincidencia temporal y que en todo caso estas anulaciones, correcciones y exoneraciones de políticos de altísimo nivel realizadas por el Tribunal Supremo están ajustadas a derecho. Sin embargo, y dado que los miembros del Tribunal Supremo son elegidos de manera indirecta por lo que se conoce como Poder Legislativo (a través del Consejo General del Poder Judicial), hay un número indeterminado de personas que piensa que estamos ante un mecanismo automático de reajuste de las sanciones a miembros de partidos políticos de acuerdo con la procedencia política de los jueces del alto tribunal. Este reajuste parece que se realiza siempre a favor del encausado, como podemos ver en los casos antes citados.

La situación, que tenemos que circunscribir al ámbito de las meras sospechas ciudadanas, no constituye en modo alguno una realidad ejemplar. La ciudadanía ya tiene suficiente con lo que todos los días va viendo como para que encima se ofrezca esta sensación de pasteleo adicional. Cualquier persona con cierta perspectiva podría deducir que esta manifestación presuntamente fortuita de cambalache nos coloca en un lugar principal entre las democracias más calcinadas de Occidente, y alguno podrá decir que estamos ante uno de los síntomas de fin de régimen. Este presunto final no tiene por qué ser nada malo, sobre todo si consideramos cómo estamos ya. Lo malo es imaginar lo que puede depararnos el futuro. En caso de cambio de régimen, ¿qué nuevo sistema puede inaugurarse?

Hay una corriente popular que exige la venida de la República. Ahora bien: es importante que alguien nos explique cómo la República va a solucionar nuestros problemas. Porque ¿con qué hombres contamos para edificar el nuevo sistema? Muy probablemente, con los mismos que dirigen el sistema actual. La experiencia de 1931 nos dice que buena parte de los monárquicos de toda la vida se vuelven republicanos de toda la vida en cuestión de décimas de segundo y sin que les tiemble el más pequeño músculo de la cara. Y los políticos de 2013 han demostrado todas las virtudes que a lo largo de los años se han ido desvelando ante nuestros atónitos ojos. En consecuencia, hay motivos para pensar que el material humano del nuevo régimen estaría tan pocho como lo está el que conduce el régimen vigente, con la salvedad, eso sí, de que a la más alta institución del Estado (hoy perpetua, hereditaria y vitalicia) le sustituiría otra institución renovable periódicamente. O sea, que a un único Jefe del Estado le sustituirán varios Jefes de Estado sucesivos, cada uno con su afán y sus nobles aspiraciones de prosperar, y que, por su naturaleza electoral, traerían consigo una indefectible carga de munición demagógica.

Por tanto, el panorama es más oscuro de lo que parece, y por ello buena parte de la sociedad desiste y opta por la evasión espiritual. En esa línea, próximamente hablaremos aquí del programa Campamento de Verano, de Telecinco.

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